Hugo Klappenbach, es licenciado en psicología de la Universidad del Salvador y doctor en historia de la Universidad de Buenos Aires. Es uno de los grandes referentes de la historia de la psicología en Iberoamérica. Actualmente es titular de la cátedra de Historia de la Psicología de Universidad Nacional de San Luis (UNSL) e investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Dirige el proyecto de investigación denominado Incidencia de publicaciones periódicas y colecciones editoriales de psicología en la formación del psicólogo en Argentina desde 1954, acreditado tanto en el CONICET como en la UNSL. En la presente entrevista le preguntamos acerca de los avances de dicho proyecto y sobre el desarrollo del campo en general.
Usted y su equipo de trabajo desarrollan un importante proyecto sobre editoriales y formación del psicólogo, ¿cuáles son los objetivos ya cumplidos y qué espera conseguir en un futuro mediante este proyecto?
En realidad se trata de un proyecto bastante ambicioso, razón por la cual me atrevería afirmar que apenas hemos empezado a cumplir los primeros objetivos. En cualquier caso, lo que nos interesa es una historia claramente institucional y material de la psicología. Como todos sabemos, en los últimos años se han multiplicado las investigaciones en historia de la psicología en los países iberoamericanos. En Argentina, en particular, ya hay una importante tradición de estudios en nuestro campo, en algunos de los cuales también hemos contribuido desde nuestro equipo de investigación. Ahora bien, la mayoría de las investigaciones han oscilado entre historias de las ideas e historias epistemológicas o conceptuales de la psicología. Yo me inicié en esa perspectiva pero en los últimos años me han interesado los procesos sociales y económicos involucrados en el desarrollo de la psicología. Uno de esos procesos se relaciona con el impacto que han generado las editoriales en la constitución de la psicología y para decirlo más claramente, en la constitución de los discursos teóricos dentro de la psicología, en la constitución de los instrumentos técnicos, tanto para la recolección o construcción de datos, como para la intervención praxiológica, en la constitución de los principales dispositivos de intervención profesional y técnica y, como resultado de todo ello, en la constitución de la identidad profesional de psicólogos y psicólogas en el país.
Dicho de otra manera, nos interesa conocer cuál fue la agenda de las editoriales centradas en libros o revistas psicológicas y de qué manera esa agenda contribuyó a conformar la ciencia, la disciplina y la profesión de la psicología en el país. Por supuesto, podría pensarse que las editoriales simplemente respondieron al “mercado” y editaron obras en función de las perspectivas de ventas. Sin embargo, considerando el perfil de un núcleo destacado de actores que participaron como asesores, directores de colecciones o directamente dueños de editoriales sobre temas psicológicos, al menos desde mediados de siglo en el país, consideramos que las editoriales en realidad contribuyeron a instalar determinadas temáticas y perspectivas psicológicas, por supuesto excluyendo otros y de esa manera contribuyeron poderosamente a instituir determinados modelos de lectura y por ende modelos de intervención profesional.
Y en segundo lugar, nos interesa analizar el impacto de esa agenda editorial en la formación universitaria en psicología, para lo cual estamos analizando la bibliografía de programas de estudios de distintas épocas y de distintas universidades. Cabe remarcar que en un campo bien cercano al de la historia de la psicología, el de la historia de la sociología, se ha realizado un esfuerzo en cierto sentido análogo al que estamos proponiendo. Alejandro Blanco ha analizado los proyectos editoriales de Gino Germani y su incidencia en la conformación de la carrera de sociología en la Universidad de Buenos Aires. Uno de los planteos centrales que orientó la investigación sobre la institucionalización académica de la sociología por parte de Germani, bien podría aplicarse a nuestra propia investigación. Si me permitís, busco la cita textual, así mi memoria no la distorsiona… Blanco se preguntaba: “¿qué conexiones pueden discernirse entre el proyecto editorial y esta otra actividad de creación institucional?”, en donde se está refiriendo a la carrera de sociología en la Universidad de Buenos Aires. Y continúa la cita de Blanco: “¿cuáles serían las repercusiones de éste -agrego yo, el proyecto editorial- en la organización de los planes de estudio y en los contenidos de la flamante disciplina?”.
En ese sentido, podría sintetizar que el proyecto de investigación que estamos encarando se ubica en el cruce de dos líneas de indagación históricas: una historia institucional de las editoriales y una historia de la enseñanza de la psicología en Argentina.
Recientemente Ud. publicó un trabajo en el número conmemorativo de los 10 años de Memorandum, en el que habla de historia universal versus historia local. ¿Cuál es la relevancia de este doble carácter de la historia de la psicología en el contexto iberoamericano?
En realidad, la relación entre historia universal e historia local que allí planteo es esencialmente compleja y por supuesto no es antinómica. Ese artículo que vos recordás en realidad está inspirado en un trabajo ya clásico de Sprung y Sprung sobre la historia de la psicología en Berlín. Pero más allá de esa inspiración, he procurado distinguir por lo menos cuatro formas de abordaje para las historias locales. Cada una de ellas tiene sus particularidades, sus propios diseños metodológicos y por supuesto cada una de ellas aborda fuentes documentales o testimoniales diversas. Ahora bien, ¿es legítimo el concepto de historia local a partir del concepto de historias policéntricas? Porque Kurt Danziger, en un trabajo de 2006, recopilado por su discípulo Adrian Brock, plantea con claridad dos cuestiones centrales. La primera, que la historia de la psicología que se encuentra en la mayoría de los textos sobre el tema es básicamente la historia de la psicología norteamericana. Y la segunda, que a partir de la concepción de la psicología como una ciencia natural, que estudia ciertos procesos psicológicos con independencia del contexto social y cultural en el cual se generan, concepción predominante en la psicología norteamericana, en verdad las historias locales podrían considerarse irrelevantes. Lo interesante de la perspectiva de Danziger es que señala que solamente una tendencia policéntrica puede advertir la diversidad implícita en los objetos de estudio que caben en el término psicología, tanto como la diversidad de enfoques, técnicas de recolección de datos e inclusive de valores presentes. Creo que en la misma dirección se encamina la perspectiva de Irmingard Staeuble, en un trabajo publicado en otro libro también recopilado por Adrian Brock. De nuevo, Staeuble insiste en el valor político de las historias policéntricas. Lo que quisiera rescatar es que, en definitiva, lo que proponen Brock, Danziger y Staeuble es un replanteo crítico de la noción de historia de la psicología concebida como historia universal. En ese contexto, precisamente, rescato la noción de historia local, precisamente con el objetivo de evidenciar que no existe una historia de la psicología universal, o por lo menos, no existe como categoría intelectual a priori. Al contrario, la historia de la psicología occidental que conocemos es el resultado de la historia de la psicología de países política y económicamente dominantes, y sólo a partir del análisis del desarrollo de la psicología en contextos diferentes al de los países centrales, permitirá una historia verdaderamente policéntrica y por ende descentrada. Me atrevo a decir que buena parte de la historia de la psicología que se hace en América Latina y en España reconoce está inspiración, aun cuando no estén suficientemente teorizadas estas cuestiones.
En la actualidad, se han extendido los lazos entre investigadores interamericanos de una manera mucho más fuerte que en otros momentos de desarrollo del campo, un ejemplo de ello es la Red Iberoamericana de Investigadores en Historia de la Psicología ¿Cual es la importancia de estos espacios en el presente y el futuro de la historia de la psicología iberoamericana?
Me parece que la pregunta de alguna manera permite continuar con lo que estábamos conversando en la pregunta anterior. Tomemos un ejemplo que en Argentina conocemos bien. Tratemos de centrarnos en la constitución histórica del perfil de psicólogo orientado al trabajo clínico en un consultorio con herramientas que provienen básicamente del psicoanálisis. De más está decir que ese perfil se aleja bastante del perfil del psicólogo en el mainstream en psicología y por supuesto es el resultado de un proceso histórico determinado. Creo que la reconstrucción histórica de ese proceso todavía es incompleto pero al menos podemos señalar algunos factores decisivos: los quiebres institucionales en las universidades públicas en el país que no favorecieron la consolidación de tradiciones académicas de envergadura, y de esa manera favorecieron el desarrollo de enfoques psicológicos alejados de prácticas de investigación. Asimismo, la politización creciente del estudiantado universitario luego de la segunda mitad de la década de 1960, que encontró en intelectuales franceses refractarios a la psicología anglosajona un modelo en el cual legitimarse ideológicamente. Por supuesto, como hablábamos al comienzo, la agenda de importantes editoriales que en el contexto mencionado promovieron textos de psicología alejados de la tradición anglosajona. Tampoco hay que desconocer la incidencia ejercida sobre los jóvenes estudiantes de psicología de la década de 1960 y 1970 del modelo profesional del psicoanalista, un modelo de creciente prestigio en los sectores medios y medios-altos de la burguesía de aquellos años. Ahora bien, ese proceso fue típicamente rioplatense. Sin embargo, las migraciones por razones políticas de la segunda mitad de la década de 1970 en Argentina, generó que ciertos aspectos de ese perfil se trasladaran a otras latitudes de América Latina, desde el sur de Brasil hasta Costa Rica y México e inclusive hasta Barcelona. De más está decir que las condiciones de recepción de países como los mencionados modificaron de manera sustantiva ese perfil profesional. Y al revés, en Argentina, por lo menos en San Luis, migraciones desde Chile luego de la caída de Allende, favorecieron la recepción de un modelo de psicólogo bien diferente al de la práctica mayoritaria en las grandes ciudades argentinas. Creo que no es aventurado imaginar que en el futuro la Red se va a beneficiar de estudios comparados sobre todos estos temas entre nuestros países y es bastante posible que ello vaya de la mano de publicaciones en co-autoría que permitan precisamente reconstruir este tipo de constituciones históricas.
Las condiciones de Latinoamérica han sido particularmente positivas para el desarrollo social, político, económico, pero también científico en los últimos años ¿Cual es el papel de la Historia de la Psicología en este momento particular de Latinoamérica?
No estoy seguro de entender del todo bien el planteo, pero me imagino que te referís a las condiciones que se están viviendo en los últimos años en América Latina, desde la constitución del Mercosur hasta la UNASUR. En verdad, no sé bien cuál puede ser el aporte de la historia de la psicología en este proceso. Pero creo que, aun cuando una buena parte de los historiadores de la psicología en América Latina provenimos de la psicología, la mayoría nos hemos especializado en la historia y de hecho hemos realizado estudios de posgrado en el campo de la historia. En ese sentido, me atrevo a decir que somos historiadores. Y los historiadores, y en esto me apoyo en Hobsbawm y en José Luis Romero, tenemos que ser capaces de interrogar críticamente las tradiciones en las que nos movemos. Aún cuando no sé del todo bien si referirse a una psicología profesional y a una psicología académica no supondría un grado de disociación algo artificial, lo cierto es que en nuestros países existen tradiciones académicas y profesionales de la psicología relativamente bien arraigadas. Como ocurre siempre con estas tradiciones, es que se naturalizan. Creo que la función principal como historiadores es interrogar esas tradiciones y precisamente explicar históricamente cómo se constituyeron y cuáles fueron los desarrollos de la psicología que esas tradiciones dejaron de lado.
En fin, no sé si tu pregunta no iba más allá y pretendía interrogar por nuestra posición como intelectuales en América Latina. Si fue así, es una cuestión que me excede aunque quisiera señalar dos o tres cuestiones breves. La primera, si quisiéramos analizar las condiciones objetivas de buena parte de América Latina, resulta evidente que no se repiten las condiciones de 1970. En segundo lugar, al menos en el cono sur, donde tuvimos dictaduras terribles, también queda claro que las condiciones subjetivas son diferentes. Tenemos varios indicadores de que los sueños revolucionarios de los setenta no se han reeditado. Desde ya, algunos se manifiestan con escepticismo en relación con esa característica. Confieso que yo veo el proceso con un relativo optimismo. Si intepretáramos el cambio histórico únicamente en términos revolucionarios, creo que nos impediría analizar varios cambios que, más vale, me parece que corresponde denominar reformistas. Me parece que desde una posición progresista, lo necesario es cambiar las condiciones que establecen los modelos conservadores. Claro está que existen modelos revolucionarios para ello y la historia tiene varios ejemplos. Pero también creo que existen modelos reformistas. En la experiencia de América Latina, tengo la impresión de que los modelos reformistas, aunque menos ambiciosos, son más inclusivos y plurales. Y en ese sentido, son más democráticos. Tengo la impresión de que América Latina está inmersa en un proceso fuertemente reformista que tiene por objetivo modificar condiciones de desigualdad e injusticia. Por supuesto, este proceso, si es democrático, va a ser prolongado y seguro va a tener contradicciones y contramarchas. Y también allí, quizás podamos aportar modestamente como historiadores: a tratar de explicar que los procesos de cambio colectivos, plurales y democráticos son complejos y como tales siempre presentan contradicciones. Pero me parece que en América Latina, como sociedad, y en ese sentido esto va más allá de los gobiernos, los cuales seguramente pueden exhibir aciertos y errores, estamos avanzando de manera significativa hacia condiciones de mayor justicia y mayor igualdad, aun cuando todavía estamos lejos de las condiciones óptimas.