Alejandro Dagfal, Psychanalyse et psychologie. Paris-Londres-Buenos Aires.

Colaboración del Dr. Carlos Maffi; Universidad París VII

Alejandro Dagfal
Alejandro Dagfal

Como lo subraya el autor en su introducción, este libro tiene dos fines muy diferentes pero complementarios. Por un lado, pretende “estudiar, en Francia, en la primera mitad del siglo XX, el nacimiento de una tradición psicológica particular, que se expresaba en términos comportamentales, pero que no debía nada al conductismo norteamericano”. Dicho esto, desde un punto de vista comparativo, Dagfal se ocupa de la obra de autores tan diversos como Ribot, Janet y Piéron, por un lado, y de Politzer, Sartre y Merleau-Ponty, por el otro. Por este sesgo, muestra bien que, en una zona de cruce entre filosofía, psicología y psiquiatría, esta concepción francesa de la conducta se apropió de problemas que se consideraban científicos, sin excluir los métodos llamados subjetivos ni los fenómenos superiores, a diferencia del conductismo watsoniano.

Resulta interesante constatar que, por esta extraña vía, se produjo la entrada del psicoanálisis en la universidad francesa. En efecto, no puede ignorarse que la célebre crítica janetiana de 1913 –aunque más no fuera de manera indirecta, por su difusión de ciertos conceptos analíticos–, sirvió para fertilizar el suelo sobre el que las ideas freudianas iban a implantarse un poco más tarde. De este modo, en 1947, el psicoanálisis hizo su “entrada oficial” en la universidad, en el marco de un proyecto de unidad de la psicología esbozado por Daniel Lagache (en su clase inaugural en la Sorbona, como sucesor de Paul Guillaume en la cátedra de Psicología General). Dagfal desmenuza entonces el proyecto lagachiano para mostrar hasta qué punto, sin reconocerlo, había abrevado tanto en la psicología de la conducta de Janet como en la psicología concreta de Politzer. Del mismo modo (aunque esta vez citaba sus fuentes), se había inspirado en la fenomenología jaspersiana y el psicoanálisis annafreudiano, sin olvidar, por supuesto, la psicología social norteamericana, de Kurt Lewin a George Mead.

Sea como fuere, con sus compromisos teóricos, incluso epistemológicos, ese proyecto ambicioso, siempre esbozado pero nunca concretado, de unificar la psicología a través de una teoría general de la conducta, parece haber guiado los pasos de una buena parte de los psicólogos franceses que, sin ser necesariamente psicoanalistas, llevaron adelante una práctica clínica guiada por una versión muy particular de las ideas freudianas. En este respecto, el relato de Dagfal parece muy convincente, incluso si uno hubiera anhelado un análisis más profundo del rol desempeñado por ciertos autores –particularmente Politzer, Sartre y Merleau-Ponty–, en la escena francesa.

Couverture

El segundo objetivo del libro es “mostrar el impacto de esta ‘tradición psi francesa’ en la constitución de los discursos psicológicos en la Argentina entre 1942 y 1966”. Si la influencia del pensamiento francés en la cultura argentina en general es bien conocida, no puede decirse lo mismo sobre los discursos psi, con la excepción del lacanismo, cuya implantación se produjo sobre todo a partir de fines de los años ’60. No obstante, la innegable importancia que adquirió la obra de Lacan en el Río de la Plata terminó por ocultar la presencia previa de otras obras y de otros autores del mismo origen, que facilitaron la implantación posterior de las ideas lacanianas.

Por esta razón, buena parte del libro está dedicada a la “recepción argentina” de la tradición comportamental francesa, analizando la obra de personajes tales como Enrique Pichon-Rivière, José Bleger y Oscar Masotta. Los dos primeros, psiquiatras cercanos a las ideas de Politzer y Lagache, pero atravesados por el psicoanálisis kleiniano (tanto como por un marxismo humanista y reformista), concibieron una psicología “de filiación analítica” con proyecciones sociales, que se expandió muy rápidamente en el sistema de salud y en las carreras de psicología en los años ’50 y ’60. Masotta, por su parte, ya pertenecía a otra generación. Era un joven filósofo cercano a Sartre y Merleau-Ponty, que, según su propio testimonio, se confrontó con la necesidad del psicoanálisis a partir de la crisis desencadenada por la muerte de su padre. En ese momento, poco a poco, sus certezas sobre la conciencia y el compromiso político comenzaron a dar lugar al nuevo clima intelectual marcado por la entrada del estructuralismo francés. A lo largo de esta parte, con un talento digno de Élisabeth Roudinesco (quien dirigió la parte francesa de la investigación y redactó el prólogo del libro), el autor nos lleva de la mano en una narración apasionante, que mezcla en partes iguales los retratos de los protagonistas con la historia política y cultural de la Argentina, sin olvidar, no obstante, los avatares de los conceptos entre París y Buenos Aires, con una escala en Londres…

En resumen, si se acepta el hecho de que, en nuestros días, Francia y Argentina son probablemente los dos países más atravesados por el freudismo en el mundo entero (por su cantidad de analistas, por el grado de implantación del psicoanálisis en la cultura, etc.), este libro de Dagfal, con todas sus virtudes y limitaciones, con sus hipótesis por momentos polémicas, constituye una referencia ineludible y muy documentada para aquéllos que quieran comprender la genealogía de esta condición de excepción.

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